El límite lo ponemos nosotros

12278991_1075466662484594_3526144428636017216_nNo ganó Macri/Cambiemos. Perdió el kirchnerismo, como dijo agudamente Ernesto Tenembaum en TN. A Cambiemos lo votó un 34% en las generales, lo de ahora es todo voto «útil» y, por lo tanto, volátil.

Ahora lo que se viene es un ajuste gradualista. No hay margen para un ajuste de shock. Nos espera un tire y afloje para ver hasta dónde son capaces de empomarnos. Quieren pero… ¿Podrán? Para empomarnos del todo necesitan imponernos una gran derrota. Sólo una derrota en las calles (no alcanza con las urnas) daría por cerrado el ciclo político abierto en el 2001. Sólo con la paz de los cementerios se alcanzaría la tan ansiada «normalización» del país. Pero… ¿Se animarán?

No les va a resultar fácil la tarea. El límite lo ponemos nosotros, organizados y en las calles. El pueblo argentino y la clase obrera han dado sobradas muestras de lucha y dignidad a lo largo de su historia y esa dignidad está intacta. Incluso estamos más organizados que en los 90. Con un poco de modorra, producto de una década de estabilidad política. Sin mucha experiencia en resistir represiones, en comernos los balazos, los gases… A resistir se aprende resistiendo. No hay otro camino.

Más allá de un núcleo duro de «clase media tilinga» (que obviamente existe) los laburantes no quieren «volver a los 90», acá lo que se quiere es vivir mejor, incluso la mayoría de quienes votaron por Cambiemos, salvo que pensemos que hay un 50% de «gorilas» y «oligarcas». Por eso es esperable que cuando arranque el ajuste haya un fuerte choque de expectativas, porque Cambiemos no hizo campaña en favor del ajuste. De hecho Macri y Scioli se la pasaron corriéndose por izquierda, a ver quién era más desarrollista. Algo de todo lo que prometió Cambiemos en estas últimas semanas va a tener que conceder si no quieren un rápido y masivo desencanto, que puede desencadenar un nuevo despertar del ciclo de rebelión.

Espero que ahora los compañeros kirchneristas y peronistas militantes honestos estén del lado de los que luchan y no de los que lloran. La izquierda va a estar en la primera línea de fuego, como siempre, desde el primer día.

Respecto a la campaña del voto en blanco, no logró instalarse. Se impuso la lógica de la polarización. Tal vez con una campaña unificada del conjunto de la izquierda hubiese crecido un poco, pero sólo un poco. No se hubiera revertido la tendencia predominante que fue a votar al menos peor, sea para el lado que sea.

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